Monda & Lironda

REVISTA AZUAYA ESPECIALIZADA EN CRÍTICA CULTURAL Y ESCRITURA CREATIVA

NÚMERO 21

AGOSTO-SEPTIEMBRE 2024 | CUENCA, ECUADOR

Diccionario LGBTIQ+

Por: Pedro Gutiérrez, Doris Fajardo y Gerald Brito.

homosexual. Un problema del #GayPower de los 60 y de la actualidad es su argumento asimilacionista, esencialista y blanco. Nos(me) vendieron la «gaycidad» como mandamiento y perpetuación de la sexualidad binaria: hetero-homo, activo-pasivo, limpio-sucio y penetración-salida. Nos(me) enseñaron a decir constantemente «somos iguales que los heterosexuales», «nací así, no es mi culpa», «somos iguales que tus hermanos», etc. 

Pero no. Prefiero habitar la diferencia, ser homosexual, ser desviadx y mirar a los desafectos como posibilidad de existencia y deseo ―como cuando era niño y amaba estar en los pasillos de INGESA de la calle Sucre, viendo a los hombres maduros y peludos de los posters de calzoncillos Royal―. 

Si la heterosexualidad fuera «natural» no necesitaría trabajar tan duro para apuntalarse ni, peor aún, sentirse amenazada por lo no heterosexual, ¿no? El primer cuestionamiento que recuerdo haber tenido sobre mi sexualidad fue angustiante. Tenía siete u ocho años y escuché en las noticias que el SIDA mataba a hombres que sentían cosas por otros hombres. Esa noche no dormí, lloré. Al siguiente día tuve que ponerme el uniforme e ir a la escuela luego de comer un enrollado con huevo duro (eso sí que me encantaba).

Monique Wittig fue enfática al decir que solo los no heterosexuales (GLB+) se preguntan «¿por qué son así?», esto porque la heterosexualidad es una estructura obligatoria. Entonces el privilegio hetero, según McIntosh, es no tener que hablar sobre su sexualidad o pensar en salir del armario. Nadie quiere estar en el escrutinio público constante. A pesar de ello, citando a Warner, eres heterosexual hasta que se pruebe lo contrario, y vaya que el bullying del sistema escolar te crucifica cuando eres amanerado, trigueño y gordo. Lo sé.

Aquí, no encontrarás una forma de entender o asumir lo gay, solo hay pistas de la creatividad prejuiciada de la heterosexualidad cuencana. En 2019 participé en entrevistas respecto al #MatrimonioCivilIgualitario y la gente muy segura sobre lo no heterosexual decía1:

Si hipotéticamente se acaban las mujeres, ¿quién los va a dar a luz?
Ojalá no aprueben esa ley.
Ahora con tanto venezolano y después con tanto marica.
¡Estás loco!, tienes que ir a la iglesia y orar.
Delincuente de la moral ―mi favorita―.
Vayan a Guayaquil a que el Nebot les cosa rapidito.
Un día un billete de $5 amaneció con cambios de ideología y dijo que era un billete de $100.
Cuenca es creyente y aquí no se puede aceptar esto porque no es bíblico.
El matrimonio bien concebido garantiza y dota al Estado de nuevos ciudadanos, los homosexuales, ¿qué?, estos individuos deben buscar o inventar algún tipo de nombre o apelativo a su atípica unión y vivir con sus hábitos de animales si quieren.
Estos están con la mente desviada, ellos deben tener un psicólogo para que les enderecen.
Dementes, vienen a querer cambiar lo que el creador puso como hembra y macho para poblar la Tierra.
Si ellos tienen una apetencia sexual torcida, ya pues, háganlo y no hagan bomba que a nadie nos interesa. Basuras.
¡Que se vayan fuera del país, aquí repudiamos estos actos!

Como señaló Lemebel, me interesa la homosexualidad como construcción cultural o una forma de poner en duda la sexualidad y quebrar el falogocentrismo de la cabeza. La construcción de no discriminación terminó siendo una tolerancia posmoderna, pedir que no nos discriminen o que no nos curen. Recordando a Néstor Perlongher, queremos que nos deseen, o como a «la loca», en vez de poner la otra mejilla, echar saliva y poner el culo.

En un mundo gay que te «acepta» si te pareces a Patrick de Élite o si vives un amor como el cómic Heartstopper mientras le hiciste campaña a Lasso, aplaudes sus mariposas neoliberales y su Carondelet arcoíris. Ahora, pienso en las veces que me han preguntado si soporto mi vida, a lo que me pregunto: ¿cómo, (hetero), te aguantas la vida que tienes?

Me enojo y frustro mientras de forma paralela asumo y deseo ser Reina Gay, como la Petunia del 97, ser un homosexual que repugne la pederastia del cura César Cordero Moscoso, ser gei con foto y proponer en Grindr un cruising en la orilla del Tomebamba y/o en el baño subterráneo del Parque de la Madre. Ahora sí, pregúntenme si soporto mi vida.

Pedro Gutiérrez Guevara. Abogade y Licenciade en Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad de Cuenca. Desde 2016, productore de Sin Etiquetas en La Suprema Estación 96.1 FM, primer programa radial en Azuay en abordar la temática LGBTIQ+, feminismos, derechos humanos y derechos de la naturaleza. Socie e investigadore en Kuska Estudio Jurídico desde 2019. Es parte de las organizaciones sociales: Abusos de Fe, la Alianza contra las Prisiones y el Consejo Consultivo LGBTIQ+ de Cuenca. Ha escrito en los diarios El Tiempo, El Telégrafo y en el medio digital La Andariega. Ha trabajado como investigadore interdisciplinario en la Universidad de Cuenca, FLACSO y UDLA. / Imagen intervenida por David Riera.

lesbiana. Ser lesbiana en esta sociedad significa ser una «sodomita». Una sociedad en la que, en nombre del «curuchupismo» se nos han cerrado las puertas a un trabajo digno; vulnerándonos, negándonos nuestros derechos y normalizando la violencia que muchas mentes ilustres ejercen sobre las personas que nos manifestamos con transparencia y libertad. Hoy en día, aún se sigue imponiendo una crianza basada en la creencia de que, el ser «normales» es sinónimo de bienestar, haciendo de esos prejuicios un arma por la que muchas mujeres huyen de sus hogares. Según el entendimiento de esta sociedad, la lucha de toda la comunidad LGBTIQ se califica como algo incomprensible o extravagante, sin embargo, esta lucha se ha dado para la reposición de todos aquellos derechos que nos han sido vulnerados, porque, independientemente de la orientación sexual, en cada una de nosotras existe una persona que anhela, algún día, salir de la clandestinidad con la tranquilidad de expresarnos sin señalamientos de los cuales escapar, sin pagar un precio alto por ser lesbiana, porque serlo es un orgullo y es parte de este mundo diverso.

Doris Fajardo Mendieta (Girón, Azuay, 1993). Deportista desde temprana edad hasta la actualidad; en 2010 obtuvo el primer lugar intercolegial en fútbol y el segundo lugar intercolegial en voleibol, representando al colegio Manuela Garaicoa. En 2017 fue miembro de Emprendimientos Corporación Ayuda LGBTI del Azuay y desde 2018, es integrante del Colectivo Las Raras. Es estudiante de Medicina Veterinaria y groomer profesional. / Imagen intervenida por David Riera.

intersex. En el siglo XXI y luego de algunas pandemias, intersex es ese término con el que nuestrxs cuerpxs, únicos y maravillosos, como en épocas de Rubin, siguen siendo patologizados. Han pasado los años y aún intentamos romper el binarismo según el cual debemos encasillarnos y que aún no entiende que normalizar nuestrxs cuerpxs es violencia, todo esto en una sociedad que todavía piensa que no puedes ser «término medio» ni «tibio», que debes ser hombre o mujer, pero que, según las características ambiguas con las que nuestrxs cuerpxs se desarrollan, es más fácil ser mujer.

A diario, pienso en el momento en el que dimos ese paso y nos convertimos en dioses según las mitologías griega y romana, cuando adquirimos el atributo de ser hijxs de Afrodita y Hermes, por lo que peyorativamente se nos conocería por años como hermafroditas para luego ser vistos como cuerpxs amorfos, extraños, raros, enfermos y, actualmente, como aquellos cuerpxs que padecemos desórdenes de desarrollo sexual.

No todo es gris porque, al comprender y valorar mi cuerpo y su intersexualidad, he podido romper las estructuras del pensamiento binario. Por marcarme una nueva hoja de ruta en la lucha por nuestros derechos, por pensar en la conciencia que debemos llevar y por entender que no debemos acabar más con los proyectos de vida de niños, niñas y adolescentes, bajo la imposición de mejorar su calidad de vida y someterlos a cirugías innecesarias que dejan cicatrices y provocan ganas de gritar fuerte: ¡paren de mutilarnos!, me solidarizo con todos lxs intersex y conmigo.

Si ahora me preguntan cuál es mi condición biológica, sin miedo digo que soy una persona intersex; si me preguntan cuál es mi condición intersex, con orgullo digo que tengo hermafrodismo verdadero, que tengo condicionantes gonadales (un testículo y un ovario); si me preguntan cuál es mi activismo, con una sonrisa digo que mi activismo gira en torno a una pedagogía amigable que aporta a que la sociedad no solo reconozca nuestra existencia, sino que acabe con la violencia ejercida sobre nuestros cuerpos, y que busca ponerle fin a las cirugías en niñas y niños intersex, que busca mejorar la calidad y proyectos de vida de adolescentes y del resto de personas intersex para que nunca volvamos a ver una cicatriz en nuestrx cuerpx, que nos recuerde la condena de una sociedad que normó nuestrx cuerpx y que terminó con toda nuestra esencia de persona única y diferente, es decir, con nuestra cualidad humana y con la igualdad de derechos que, aunque con nuestras diferencias particulares, nos hace irrepetibles.

Wilmer Gerardo González Brito. Activista intersex y de derechos humanos LGBTI. Transfeminista, coordinador nacional del colectivo Intertulias – Círculo Cultural Intersex y miembro fundador de Silueta Cuenca y del Observatorio de Derechos Humanos LGBTI del Azuay. Docente parvulario y licenciado en Género y Desarrollo, ex candidato a la Asamblea Nacional, proponente de la ordenanza LGBTI del Azuay, miembro del equipo académico de la Red Iberoamericana de Orientación y Apoyo a la Salud Sexual y Reproductiva, conductor del programa Diálogos de Intersexualidad. / Imagen intervenida por David Riera.

1 Tuve que arreglar la ortografía y la gramática de estas expresiones para agregarlas a este texto.

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