Si aquí y allá llegan a ser el mismo lugar
Por: Vicente Raevla
A Karla
Benditos sean mis ojos
porque tan alto miraron.
JULIO CORTÁZAR
Ir en verano al sur de tus caderas,
lava ardiente opacando al sol,
tierra desconocida
donde los árboles se han petrificado.
Amor lejano que me abraza fuerte
cuando, otra vez, las estacas llueven
y siembran el cuerpo en el polvo infértil.
Amor que abraza un silencio y lo calienta,
que diluye el tiempo: siempre o nunca.
Pronto me gusta más para vivir.
Levantarse es sencillo si son tus ojos los que me esperan.
Te voy a besar un instante solamente
para mojar de vida los labios,
sacarnos los lentes:
innecesarios si nos abriga la misma cobija,
si aquí y allá
llegan a ser el mismo lugar.
Extraño tu voz, ante todo,
porque el río crece y se lleva lo que puede,
y yo juego a brincar la cuerda en las orillas.
Quiero escucharte decir «basta» y que esto se calme,
que las piedras duelen y hace frío,
y el hogar es cualquier lugar.
Estoy perdido…
Olvido la ruta, el escape, el exilio.
Una promesa tengo,
un sueño a flote,
que el agua tranquila
te roce,
mi tacto en cada gota,
tu sombra, profundidad marina,
tu luz, estrella que quema
y brilla hasta la ceniza.
Caos,
claridad,
llegas vos,
llega el día.
The Kiss. / Imagen libre de derechos intervenida por Juan Contreras.
Vicente Raevla. (Cuenca, 1990). «Su poesía hiela el sofocante calor, lo hiela y lo acaricia. Sus versos desentonan con la realidad. Suyos son el surrealismo y el contraste diario del espacio y la locura, de la transgresión y el caos, que son fuentes de agua para el sediento».