Monda & Lironda

REVISTA AZUAYA ESPECIALIZADA EN CRÍTICA CULTURAL Y ESCRITURA CREATIVA

NÚMERO 21

AGOSTO-SEPTIEMBRE 2024 | CUENCA, ECUADOR

Añoranzas

Por: Daniela Pinos Benalcázar

La casa. La sala. El viejo piano que está desafinado desde que tengo memoria (y del cual me decían que quizá fuese el más antiguo de Cuenca). El órgano que lleva más de una década sin emitir ningún sonido porque fue dañado por generaciones de guaguas curiosos por los sonidos musicales. Otro piano más, que se ha mantenido en silencio casi un año. Una guitarra que sigue esperando que su dueño la vuelva a tocar. Un pequeño parlante azul que suena todo el día con la música favorita de mi padre al lado de sus restos mortales, los de mi Don Daniel, que están encima de la chimenea. Una pequeña vela encendida. Su foto enmarcada, rodeada de flores.

Casa de la familia Pinos Benalcázar, donde descansa Don Daniel Pinos. / Cortesía de Daniela Pinos Benalcázar.


«Vivo añorando siempre tu cariño»1

Este 2022 pude estar con mi papi solamente un mes. Por casi tres semanas no estuve cerca de él porque tuve COVID a inicios de año, por lo que me aislé completamente para no contagiarlo. Sin embargo, a pesar de haber tomado todas las medidas posibles, el bicho llegó de alguna forma a la casa unas semanas más tarde. A él lo internamos en el hospital y no se lo podía ver porque estaba en un área restringida. Se recuperó de esa enfermedad, pero sus secuelas fueron crueles. Casi dos semanas después de mi cumpleaños, mi padre, mi Don Daniel Pinos se me fue un 18 de febrero a sus 97 años. ¿Saben lo duro que fue no poder verlo o abrazarlo un mes antes de que se vaya para siempre?

«Mi alma está sola y con su gran dolor»

Desde que mi Don Daniel se fue, la música no ha dejado de sonar en la casa. No es que sea por temas festivos ni algo relacionado. La razón más sencilla y lógica para nosotras (mami Jacky y yo) es que esa música nacional, esos pasillos, pasacalles, albazos, pasos dobles y aires típicos nos recuerdan a él, a esos días en los que simplemente estaba escuchándola en cualquier parte de la casa. Nos da la idea de que sigue aquí con nosotras. La música nos ayuda a no sentir la casa tan vacía, tan sin él.

«Se anidan los recuerdos en mi mente»

Entrar a la sala y ver el piano trae tantos recuerdos: él, sentado recto frente al piano, revisando su cuadernito de música nacional, por la petición de una de sus oyentes se disponía a tocar varias melodías. Y es que Don Daniel fue un gran músico. Desde pequeño tuvo afición por la música y aprendió a ejecutarla de manera autodidacta con la que sería una de sus mejores amigas: la guitarra. Fue parte de varias agrupaciones como Los Cancioneros de El Oro, Los Aztecas, Los Imbayas, entre otros, donde tocaba la guitarra y cantaba. Además, deja en su haber, cerca de sesenta composiciones propias. Algunas quedaron inéditas, otras son reconocidas por haber sido interpretadas por músicos prestigiosos como Carlos Mosquera, Diego Zamora, Karen Kennedy, Miryam Arévalo, el Dúo Benítez-Valencia, los Hermanos Miño Naranjo, Los Locos del Ritmo, la Orquesta Sinfónica de Cuenca y demás. Sus canciones más reconocidas son: «Dos lágrimas», «Añoranzas», «Morlaco soy», «Quisiera», «Indio triste», «Gironejita» y el Himno de Girón que lleva más de setenta años entonado por los gironenses.

Don Daniel Pinos frente al piano. / Cortesía de Daniela Pinos Benalcázar.

«Que hablan de amores que nunca volverán»

Desde hace meses, la casa, nuestro hogar, no ha sido el mismo luego de que mi Don Daniel dejó de conversar por una enfermedad que afectó tanto su movilidad, como su habla. Pero se daba formas de hacerse entender. Una vez papi se había quedado mirándome y le dije «le amo, papau», a lo que él, con voz rasposa y suave, apenas audible me respondió «yo tam». ¿Saben la emoción que sentí al escuchar su voz, después de meses? En otra ocasión le dije que, si me quería, me diera un besito y él, bien mandado, me tomó de la cara e hizo sonar tremenda mucha2 en mi cachete.

«Qué tristes son las horas que yo paso»

Mi Don Daniel ya cumplió medio año de habernos dejado. Pero nosotras lo recordamos todos los días, principalmente en la sala, frente al piano y a la guitarra, con las canciones de los Benítez-Valencia, Agustín Lara o Jorge Negrete, susurrando estrofas o coros que solía cantar con mucha emoción o cambiándoles la letra porque sonaba más chistoso: «una tortuga cruel» que «una tortura cruel»3 o «yo te amé con locura y te di mi ternera» sonaba mejor que «yo te amé con locura y te di mi ternura»4.

«Qué amargas son las ansias de mirarte»

La música siempre tuvo un gran significado para mi papi, por eso, todas y cada una de las canciones que cantábamos tienen una historia. Porque ahora es nuestro «Ángel de luz»5. San Daniel «de mis amores, de mis delirios»6, de los porotos y el sambo, el que tocaba la guitarra vieja (o guitaba la tocarra según fuera la ocasión) y que hacía muecas cuando su agüita de Güitig® y su último esfuercito (o sea, yo) no cantaba tan armónicamente como él esperaba (perdí la cuenta de las veces que me dijo «pobrecita mija, me salió bien destemplada»). Ay, mi Don Daniel, ya no tengo a quien cantarle «Por una nariz»7 ni recitarle el poema de Francisco de Quevedo: «Érase un hombre a una nariz pegado», ni a quien hacerle bailar cuando salía una canción bonita del parlantito azul.

«Si el árbol de la vida es la esperanza»

El tiempo ha pasado y la herida no sana. La música sigue siendo una compañera para estos momentos, cuando casi todos los recuerdos que tenemos se relacionan con una canción. Los ritmos, algunos lentos y otros no tanto, hacen referencia a cómo asimilamos la situación. Y es que solamente lo pude conocer veintiocho de sus casi cien años de (no) soledad. Fueron noventa y siete años de hacer todo lo que estaba en sus manos para dejar su aporte al desarrollo de la cultura y la sociedad, porque aparte de músico, mi Don Daniel fue poeta, escritor, radiodifusor, periodista, maestro y gestor cultural.

«Cómo quisiera una lágrima de amor»

Mi Don Daniel: desde que se nos fue, mami y yo tenemos «un dolor de ausencia que solloza en nuestras pupilas»8 aunque usted dijo que solo debían ser «dos lágrimas»9, pero no sabe «qué tristes son las horas que yo paso, qué amargas son las horas de mirarte»10, y es que «la vida entera y mi cariño te daré […] hasta morir»11 porque usted no sabe que ahora «voy con una pena en el alma, voy con una angustia en la vida […] pero aunque me cueste la vida, olvidarte jamás»12.

Por ahí andaban diciendo que se fue con su música a otra parte, pero le tenemos aquí, en nuestro corazón, en cada canción que escuchamos, en cada fotografía, en cada libro, en cada anécdota, en cada palabra suya que tenemos presente. Ay, mi Don Daniel, es que no heredé su vena musical, pero estoy haciendo lo mejor posible con la literatura, su otra mejor amiga. Porque su nombre es mi nombre y lo que se hereda no se hurta.

Porque «amores hallarás, pero como el nuestro jamás, jamás»13. Nuestro guagua, «mi pequeño, quisiera…. hasta siempre»14.

1 Los subtítulos de este texto son los versos del vals «Añoranzas», cuya letra fue escrita por Daniel Pinos Guaricela y su música compuesta por José Antonio Jara.
2 Del kichwa, muchana, besar.
3 De «Aquellos ojos», pasillo; letra y música de Luis Alberto Valencia.
4 De «Pasional», pasillo; letra y música de Enrique Espín Yépez.
5 «Ángel de luz», pasillo; letra y música de Benigna Dávalos Villavicencio.
6 En referencia a la canción «Arpita de mis canciones», albazo, del autor Francisco Paredes Herrera.
7 En referencia a la canción «Por una cabeza», tango, letra de Alfredo Le Pera y música de Carlos Gardel.
8 De «Dolor de ausencia», pasillo; letra y música de Daniel Pinos Guaricela.
9 De «Dos lágrimas», pasillo; letra y música de Daniel Pinos Guaricela.
10 De «Añoranzas», vals, letra de Daniel Pinos Guaricela y música de José Antonio Jara.
11 De «Al pie de un lumo», pasacalle; letra y música de Daniel Pinos Guaricela.
12 De «Olvidarte jamás», bolero; letra y música de José Antonio Jara. Interpretada por Los Cancioneros de El Oro.
13 De «Amores hallarás», sanjuanito; DRA.
14 De «Quisiera», pasillo, letra de Daniel Pinos Guaricela y música de Arturo Vanegas.

Daniela Pinos Benalcázar. Licenciada en Periodismo y Comunicación digital, desarrolla su trabajo en torno a la producción radial y los medios digitales. Desde temprana edad incursionó en el periodismo y la radiodifusión. Sus primeras experiencias fueron en los controles de diversos programas de Radio Cuenca, como «Antena Informativa Nacional». Ha ganado concursos de literatura y fotografía. Ha desarrollado diversos productos audiovisuales para diferentes eventos. Realiza investigación documental, reportajes digitales, artículos periodísticos, manejo de redes sociales, fotografía y video.

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