Villachisme: Un pueblo que odio amar / que amo odiar
Por: José Boroto
The circle of traitors. / Imagen libre de derechos intervenida por Juan Contreras.
Hoy vengo menos chistoso que otras veces. Vengo con ira y frustración y con ganas de ver, desde el punto más alto, allá donde construyeron un monumento al odio y a la desigualdad, cómo se quema todo. Ver las llamas desde lo lejos, como el mismísimo Nerón… lo imaginé siempre con una mirada de desprecio y el mismo corte de cabello de un Abad o de un Gobernador, observando cómo se convierte en cenizas esa cosa que, desde niño me enseñaron a amar y jamás cuestionar. Ojalá se queme todo para, mientras eso pasa, en voz alta leerles esta historia que desde hace años la tengo trabada en el pecho.
Había una vez, en este país donde estás parado, un sitio en las montañas conocido como la reina hermosa de fuentes y flores, una ilustre tierra de galas vestida, un huequito de clima raro bendecido por paisajes eternos. Una tierra joven y fértil, tan joven que aún peca de inmadura y tan fértil que está llena de hijos bastardos de nobles y de sobrinos de curas. Una ciudad pequeñita pero cálida, suave y acogedora como el abrazo de una madre cómplice de violaciones y abusos de poder de sus pequeños, unos tales mancitos en gajo. Una ciudad chiquita que, con un cariño totalmente hipócrita pero una convicción visceral, será llamada Villachisme.
Yo nací en Villachisme, un lugar mágico donde se venera con fervor patrio y religioso a las paredes del Centro Histórico que, a menos que sea por la orina de un borracho, no pueden ser tocadas; al mismo tiempo, se ignoran las lágrimas que derraman las familias de las personas asesinadas en sus calles llenas de adoquín e historia. Yo soy de Villachisme, soy el producto del amor entre un foráneo por estas tierras humanadas en mi madre. Villachisme no es un pueblo cualquiera, es un paraíso, pues, al igual que el jardín del que tanto me hablaron los sacerdotes en la escuela, Dios miró y aceptó el holocausto y con su toque divino la marcó como la cuna del bravo La Mar de Ayacucho, del niño en Pichincha inmolado, del ministro de vías embriagado, que al Austro y sus carreteras dejó bien cagados. Una tierra que tiene una carga divina y sagrada, una tradición de apellidos y una historia que ya nadie cuenta sobre un cura venerado, aunque todos sabemos que fue un lobo depredador al que, en más de un mural, de Cordero lo han pintado. Un pueblito donde la integridad y el blanqueamiento de un puente importan más que la sangre que por debajo circula, allí el púrpura es mofa y detona machos insultos, salvo que se trate de un color apto para la nueva candidatura o alguna activación de marca.
Villachisme es cultura, tierra de artistas y creadores, de poetas y pintores que ante los ojos del mundo construyen un mundo perfecto, a no ser que sea una forma de arte Prohibido, despertando así torquemadas de su eterno letargo de ignorar a los niños con hambre. Una realidad paralela donde los apellidos nobles nos trajeron áureas plumas y helenos cinceles, opresión laboral y palancas1 por doquier. Un pueblo de exitosos empresarios que construyeron imperios con su nombre, y de sabios y santos varones luminares del patrio esplendor, que a Estados Unidos huyeron, lejos de la justicia humana y muy cerca de las cuentas bancarias, de restaurantes elegantes donde, sin importar cuánto paguen, jamás podrán comer los dulces que en abril de cada año, este mismo pueblo nos regala con el amor que no merecemos.
Por más de una razón estoy encerrado entre sus montañas, de las cuales nace el agua más pura y los contratos de minería más jugosos y chuecos. Montañas hermosas en las que puedo ver paisajes de ensueño, montañas hermosas con un solo dueño. Montañas que rodean una bella ciudad, donde por lema, virtud y trabajo, con el sabio obrero compite alguien que, a pesar de no tener experiencia, tiene los nombres correctos en su carpetita. Sin trabajo y virtud no hay honor… sobre todo, cuando prima mucho menos la experiencia y el mérito académico, que ser el hijo recién graduado de algún reconocido señor.
Villachisme se roba sueños, nos quita ilusiones y nos engaña con creencias, pues teniendo la fe por imán, la esperanza por ancla segura, en una tierra con tanta hermosura, quién creyera que se ha parido a tanta basura. Aquí se propone y promete cambios, siempre de la mano de los mismos. Estamos presentes en todo el mundo, exportando artesanías a bajo costo y artesanos con el corazón roto, de esos que dejan atrás un anhelo y vuelven a ver sólo una pesadilla.
Villachisme existe, está aquí y puedo invitarte a conocerla, nomás no prometo nada, porque dependemos de que el kilómetro 49 no se nos caiga encima, de que el norte no nos olvide y no nos cierren el aeropuerto para poner un par de radares en la recta, gracias a una orden salida desde algún Palacio.
A pesar de todo lo que aquí he escrito, le tengo un cariño especial a este sitio. No sé si es costumbre, la tradición de su gente, o capaz sus comidas. O, tal vez, sólo soy un necio y me gusta mismo que me maltraten.
1 Las denominadas palancas o padrinazgos son prácticas antiéticas gracias a las cuales las personas obtienen empleos o algún beneficio, omitiendo los procesos de selección o cualquier proceso que figura en las leyes. .
José Boroto. Nací en Cuenca con la finalidad de estar cerca de mi madre al momento del parto, allá por el año 1983. Hijo de madre cuencana y padre gringo, concebido en acto carnal, el ultimito de tres hermanos. En lo que respecta a estudios, estudioso nunca fui. Más bien, fui medio pilas y elocuente, por eso me gradué del colegio, luego de psicólogo, después me metí a la Comunicación y, finalmente, me recibí de máster en Educación. Estoy académicamente capacitado y reconocido por la Senescyt para dar clases por Zoom, respetando los sentimientos de mis estudiantes y los contenidos de moda. Soy padre de un hermoso guagua que va a cumplir seis años, y espero que alguna de estas actividades le llenen de orgullo porque él sí me llena de orgullo a mí. Actualmente, me dedico a la docencia universitaria y a la indecencia en la publicidad. Ando escribiendo en blogs y revistas, disfrutando del proceso.