Las catalalalas resplandecen…
por: Isis Córdoba
Ilustración por Vane Cabrera.
—Tía Ichis, mis catalalalas brillan mucho.
—¿Como las estrellas, Darío?
—Wow. Sí, como las estrellas.
—Ya decía yo, por qué será que los bolsillos de Darío Salvador siempre están resplandecientes.
—¿Resplandecientes?
—Sí, porque brillan muchísimo y son infinitos.
—¿Infinitos?
—Sí, porque nunca se acaban.
—Tía Ichis, tu corazón también está resplandeciente, desde que te guardaste ahí infinitas catalalalas.
Darío ve pasar a Nina con el rabillo del ojo. La señala.
—Nina, debes pagar por ese elefante.
—Agú, juete, fante, agú.
—Sí, son cuatro catalalalas, por favor.
La caja registradora suena. Nina se mete la mano al bolsillo y paga. Se va con un elefante amorfo y morado, de nariz azul y agarradera amarilla. Sí, es parecido a un chinesco.
«Mi anhelo no está, mi anhelo se fue detrás de ti, siguiéndote por la avenida», la tía Ichis tararea una canción, mientras se alista para ser secretaria. Prende la computadora y se coloca anillos en casi todos sus dedos y también pulseras, las más brillantes, en sus muñecas. Le gusta lo brillante y resplandecer. Le gusta jugar. Aún es una niña, pero es una niña mujer, porque es madre de Nina. Ella quiere ser más adulta, a veces, pero no siempre le sale. Este día está de asistente de su hermana Romina, que es fotógrafa, y ya no avanza a contestar a tantos clientes.
—«Llévate del aire el perfume de tu pelo. ¿No ves que yo no sé qué hacer con mis dos universos paralelos?».
—Ichis, concéntrate en el trabajo. Deja de cantar. Tienes que reagendar esta sesión. La de acá, la mueves para la próxima semana —le pide Romina, pero la hermana canta igual, le parece que añorar un amor puede darle más carácter a su papel de secretaria. Así que sigue:
—«Yo contigo mantengo las distancias, mi anhelo las rompe, alegremente. Llévate del aire el…».
—Mamita, mamita —le dice Nolan a Romina—, dame shishito, un shi.
Romina deja el trabajo, se alista para dar de lactar. Empieza a tararear la misma canción. En un rato, todos cantan a todo pulmón.
—La mamita canta tan bonito —dice Darío y Romina ríe. Es la primera vez que se lo dicen. En realidad, es bastante desentonada, pero qué más da. Hasta el gato maúlla el coro de la canción: «miau, miau»—. Tía Ichis, me gusta el ritmo de esta canción.
El canto deriva en baile. Los niños se mueven como pueden, más al ritmo de sus propios cuerpos que al de la música. El gato también se ha unido a la danza familiar. Darío saca muchas catalalalas de sus bolsillos y las lanza con fuerza por todo el salón. Está feliz. Quiere que el salón brille como brillan sus ojos y los ojos de Nolan y los de Nina y las joyas de la tía Ichis y la voz de su mamá.
—Darío —le dice su mamá—, guarda un poco de monedas. Cuando seas grande querrás tener algunas, de recuerdo.
—Cuando tú seas chica, mamá, llevarás catalalalas en los bolsillos y serán infinitas, como las estrellas.
Romina lo mira sorprendida. Busca su cámara imaginaria. Encuadra la escena. Con un clic al aire captura en la memoria el instante en que Darío y Nolan son todo lo que su corazón siente. «Qué bonito es volverse chiquita», se dice bajito, para no olvidar.
Isis Córdoba Moscoso (Ecuador, 1991). Tiene una licenciatura en Comunicación Social y Literatura por la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil y una maestría en Estudios Avanzados de Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Barcelona. Es cuentista, poeta, crítica literaria y profesora de Literatura, además de ser autora del libro de ensayo Erotismo y Biopolítica en Misales, relatos eróticos de Marosa di Giorgio. Es la ganadora del Concurso Nacional «Leer me hace feliz» (2008) y miembro activo de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo de El Oro. Ha publicado en revistas literarias nacionales e internacionales. Su obra gira en torno a temáticas como la infancia, la maternidad y la naturaleza, y está imbuida de una prosa poética donde evoca imágenes sensoriales y una atmósfera que entrelaza elementos de lo fantástico con la cotidianidad, mientras explora los vínculos familiares. De esta forma, explora las emociones y vivencias desde un universo simbólico.