Monda & Lironda

REVISTA AZUAYA ESPECIALIZADA EN CRÍTICA CULTURAL Y ESCRITURA CREATIVA

NÚMERO 25

MARZO 2025 | CUENCA, ECUADOR

Ciencia ficción capitalista: Una reflexión filosófica sobre la utopía fascista

Por: Juan Fernando Bermeo P.

«Musk y Bezos restringen los asientos de su utopía a una élite selecta». Imágenes libres de derechos intervenidas por Juan Contreras.

Un cohete atraviesa el cielo, pero, abajo, la Tierra se asemeja al Arrakis devastado de Dune: arena y desolación, un contraste que no es accidental, sino revelador. En el libro Ciencia ficción capitalista. Cómo los multimillonarios nos salvarán del fin del mundo (2024), Michel Nieva desarma la ilusión que Musk y Bezos nos venden sobre el futuro estelar: ellos, como el Senado Galáctico de Star Wars, restringen los asientos de su utopía a una élite selecta. Es fascismo con circuitos brillantes, una filosofía del poder —que Foucault podría analizar como un dispositivo de control— envuelta en promesas cósmicas, donde la salvación cuesta más que un pasaje a una galaxia lejana y donde los «descartados» se quedan fuera del plan. Nieva lo discute desde el primer capítulo, donde analiza tecnoutopías que Nietzsche tacharía de delirios de superhombre, hasta el epílogo donde enfrenta a Elon con la ironía de un replicante agotado. Este ensayo publicado por Anagrama se sumerge en la pregunta: ¿es la ciencia ficción capitalista una eugenesia cósmica, un ideal fascista proyectado al firmamento?

La eugenesia fascista y la filosofía del poder estelar

Imagina un laboratorio nazi, sombrío y meticuloso, donde se diseña la humanidad «superior» con la rigidez del monolito de 2001: Odisea del espacio. Ahora actualízalo: un cohete SpaceX, pulido como los muros de la Estrella de la Muerte, parece un monumento a la destrucción y el autoritarismo. En el capítulo sobre la conquista espacial, Nieva expone esta conexión. Lo que nos ofrecen estos millonarios no es solo colonialismo reciclado, sino una filosofía del dominio —un «ser-para-el-control», al estilo de Heidegger— que aspira a regir el vacío interestelar. Mientras el fascismo soñaba con purificar la Tierra, estos magnates persiguen la exclusividad del cosmos. Musk y Bezos no exigen análisis genéticos, pero su visión impone un filtro implacable: solo quienes posean recursos o se plieguen a su lógica vital podrán acceder al porvenir. Es eugenesia recodificada, sin cámaras de gas, pero con tecnología y una retórica futurista, al estilo de Foundation, que anticipa un orden estelar para los privilegiados.

La historia trazó el precedente: el fascismo clasificaba a los «aptos» y los «indeseables» con métodos científicos retorcidos; hoy estos empresarios replican esto con estrategias dignas del autoritarismo. Colonizar Marte no pretende preservar a la humanidad, sino consolidar una élite filosófica de gente que, como en Dune, observe la extracción de las especias desde un trono y sin pisar jamás las minas, ni una sola vez. Nieva se enfoca donde el legado colonial resuena y demuestra que el fascismo no necesita insignias, sino visionarios con ambiciones estelares y una concepción excluyente del poder. El futuro queda reservado para los privilegiados, mientras los demás habitan un planeta que, tarde o temprano, parecerá un deshuesadero.

El humanismo cósmico y los «indeseables» de la filosofía

Desde las primeras naves coloniales, el humanismo occidental ha operado históricamente diseñando sistemas que excluyen a los «otros». Hoy, ese rechazo se proyecta hacia el cosmos: visiones de Marte y realidades virtuales donde los ‘descartados’ —así llamados aquellos sin acceso a las bóvedas en Foundation— son relegados a la periferia, condenados a orbitar en los márgenes de un futuro que no les pertenece. Este humanismo cósmico no medita sobre la infinitud del espacio, sino que organiza una competencia donde la riqueza asegura el abordaje.

El fascismo ya había delineado esa lógica, definiendo lo humano por eliminación en su utopía rígida. Ahora, quienes no abordan la nave representan a los nuevos «innecesarios». En el análisis de Nieva, este poder se manifiesta en promesas de trascendencia digital o colonias lunares, mientras la Tierra se convierte en el eco olvidado de una transmisión perdida. Sin embargo, no se detiene en la crítica. En el apartado sobre el devenir indígena, plantea una alternativa filosófica: un futuro arraigado en la colectividad, opuesto a las jerarquías de selección, donde el cosmos no sea de dominio exclusivo. Mientras los cohetes despegan, los «descartados» forjan, en la Tierra, una narrativa donde no se requieren las claves de Trántor, ni nada que los relacione al Imperio, para tener el derecho de explorar el universo en sus propios términos.

No todo se reduce a glorificar a los cohetes como si fueran la ascensión de la Bene Gesserit. Nieva, con la perspicacia de un narrador, ofrece una réplica en el epílogo: su desafío a Elon trasciende el sarcasmo y se alza como una filosofía de la disidencia, con la precisión de un robot de Asimov que cuestiona sus propias leyes. Así, ofrece un rechazo al fascismo espacial, a esa visión de un futuro impecable, reservado para quienes cumplen los estándares económicos. Frente a la eugenesia de diseño empresarial, el autor defiende un futuro donde la Tierra no sea un peldaño desechado, sino un fundamento vital —un arraigo que Heidegger podría celebrar— para otras posibilidades.

Michel Nieva lo expresa con ironía y firmeza, desmontando la figura de salvador estelar que Musk quiere proyectar en sí mismo. Esta postura desafía la filosofía de la supremacía y aboga por un ser que no clasifica ni expulsa. Su visión no persigue una raza cósmica idealizada, sino una humanidad diversa y obstinada que se niega a ser desplazada. El escritor nos interpela: el porvenir no debe ser coto privado de una élite, sino un terreno disputado, donde aún resuenen otras historias, otras voces.

¿Podemos desarticular esa visión que separa privilegiados de prescindibles? Nieva nos invita a imaginar un futuro que no esté regido por la voluntad de dominio nietzscheana ni por el control heideggeriano del ser técnico, sino que se construya desde la colectividad y la diversidad. El cohete ya surca el firmamento, pero el desenlace no ha despegado todavía. Aún queda espacio para habitar y descolonizar. Aún debería quedar lugar para todos.

Juan Fernando Bermeo P. (Cuenca, 1989). Es escritor, guionista, músico, docente, comediante y locutor radial. Además, es máster en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Barcelona; licenciado en Lengua, Literatura y Lenguajes Audiovisuales por la Universidad de Cuenca; y miembro fundador del Club PEN Ecuador. Ha publicado los poemarios Metrópolis: cementerio de espadas (La Caída, 2018), Papelebría (Viz-K-cha Editorial, 2020) y Presagios de la vida en Nosgoth (Casa Editora de la Universidad del Azuay, 2023), y el libro de cuentos MEME (Manofalsa editores, 2024). Aparece en la antología de cuentos Despertar de la Hydra (La Caída, 2017), en la antología artística Wiwasapa (2017) y en la Antología de poesía cuencana de cambio de siglo (XX-XXI) (Dirección de Cultura de Cuenca, 2022).

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