La incomodidad viste a la moda
En la película El diablo viste a la moda, hay una escena que merece nuestra atención. En una sala atiborrada de vestidos y chaquetas, la temida Miranda Priestly está armando un outfit. Entonces, le presentan dos cinturones celestes que solo a los ojos de la protagonista Andy son iguales. Cuando ella ríe ante el absurdo de la situación, Miranda le explica cómo su chompa —una chompa azul tan sencilla y corriente que parece eximirla de participar en el mundo de la moda— fue seleccionada, para ella, por la gente presente en esa sala. Aunque no estemos conscientes de ello, gestos como elegir qué ponernos nos hacen parte de una industria billonaria que tiene un impacto ambiental y social preocupante. A pesar de eso, los códigos de vestimenta y nuestra necesidad de romperlos también han sido una parte esencial de las revoluciones y los avances sociales. Por eso, para nuestro vigésimo sexto número, decidimos hablar de moda.
Abrimos esta edición con una Crítica Cultural en la que Issa Aguilar Jara canta sobre su amor por la tecnocumbia y nos recuerda que quererla, más que una moda, es un acto político de reivindicación. Para la entrevista del mes, Rosalía Vázquez Moreno reseña el trabajo de Anacleta Design, Erre, Matrioshka Design, Nuna y Machado Joyas y Accesorios, cinco iniciativas locales de moda lenta y transgresora que nos invitan a repensar nuestro rol como consumidores y creadores. En Academia Disidente, Camila Peña analiza el hecho de tejer, desde el enfoque de la ética del cuidado, como una práctica emocional y una forma de resistencia que se ve en la obra de la artista Ana Andrade y en Morada, el proyecto de Caridad Carrión. Para Literatura, Andy Cambisaca recurre a la literatura del yo para cuestionar qué mismo es el estilo; mientras, en Plataformas Digitales, Andrea Rojas Vásquez analiza el libro La moda justa (2022), de Marta D. Riezu, para reflexionar sobre nuestros hábitos de consumo en un mundo cada vez menos consciente y más inmediato. Finalmente, en Infancias, la niña lectora Roberta Orellana González le escribe una carta a Daniela Nicolalde, Cristina Merchán Domínguez y Josep Wazhima, autores de Elsi, el sol y el viento (Subte Editorial, 2025), en la que charlan sobre los sueños por cumplir y los libros que se escribirán.
Les invitamos a detenerse, no solo en el brillo de una vitrina, sino para leer y releer las etiquetas de la ropa que llevamos y llevaremos. Imaginar las manos que fabrican cada prenda y preguntarse cómo y cuándo la hacen, en palabras de Andrea Rojas Vásquez, «actúa como detonante: ¿por qué acumulamos tanto?, ¿qué esperamos con el anhelo de cada nueva prenda?». ¿Es la libertad la que dirige nuestro deseo o estamos presos de las tendencias? ¡Pasen a leer!
Monda & Lironda de la CCE Azuay

De izq. a der., de pie: Erika Mogrovejo con una bomber de lana tejida a mano por Nuna y Sharon Portillo con un vestido de Matrioshka Design. Sentadas: Tatiana Loaiza con un abrigo vintage de Erre e Isabella Grimont con un black naked dress de Anacleta Design. Todas llevan joyas y accesorios de Machado Joyas y Accesorios. Fotografía de Jaime Villavicencio intervenida por Juan Contreras.
CRÍTICA CULTURAL
Fui de esa generación a la que sus papás la hicieron dormir en la unión de dos sillas y la cubrieron del frío con el saco de un traje, mientras ellos, medio ebrios, acababan de zapatear en la fiesta de la comadre. Fue allí donde la cumbia nos exorcizó a algunas niñas hasta llevarnos a las profundidades del abismo del amor por Gilda, Sharon, Tierra Canela y Selena. Si la imagen de las sillas no es un recuerdo vivo de tu infancia: tu amor por la tecnocumbia es producto de una moda. Lo escribo, lo sostengo y lo argumento.
La tecnocumbia es el amor de una Diosa sexy y zurda
por: Issa Aguilar Jara
ENTREVISTA
Es urgente que todas las conversaciones que tengamos sobre moda se enfoquen también en las consecuencias de nuestros hábitos de consumo. Si bien es cierto que la moda sirve como una poderosa una herramienta de autodeterminación, hoy más que nunca debe ser ejercida desde la transgresión y el cuestionamiento a los sistemas de producción masiva. Los primeros pasos hacia una alternativa ya lo están dando los gestores y artistas de nuestro país.
Cinco iniciativas locales por si ya no quieres ser víctima de la moda
por: Rosalía Vázquez Moreno
ACADEMIA DISIDENTE
Quizás […] mirar proyectos como Morada y la obra de Ana Andrade, así como muchas otras propuestas locales, representa un regreso a una inteligencia de los afectos, históricamente relegada por considerarse un desvío del pensamiento racional y del supuesto «progreso». Una ética del cuidado que atraviese cada hacer y la dulzura, como resistencia y como posibilidad de regenerar lo político, podrían ser el motivo necesario para frenar la producción desmedida…
Tejer en la oscuridad
por: Camila Peña
LITERATURA
¿Cuál es el límite entre ser arriesgado o ser un suicida? […] ¿Entre la vanguardia y la locura? ¿Entre ser extravagante y ser estúpido? En el tranvía veo tipos desaliñados y no entiendo bien por qué, pero sé que tienen estilo. El estilo no es algo que se pueda definir o a lo que se pueda llegar: cuando lo ves simplemente sabes que está ahí; así como también reconoces cuando alguien intenta tenerlo y no ha terminado de apropiarse de él.
Entre turbantes y tranvías: reflexiones sobre el estilo
por: Andy Cambisaca Maldonado
PLATAFORMAS DIGITALES
«¿Nuestro deseo es ansia o alegría?», se pregunta Riezu. Porque el deseo, cuando se pliega a la lógica del fast fashion, se convierte en un gesto reflejo: acumular, desechar, volver a empezar. En Ecuador, donde las grandes cadenas de fast fashion ofrecen prendas a precios agresivos, vestirse sin saber quién cosió lo que llevamos puesto es la norma. Entonces, el deseo se vuelve miope, acelerado, incapaz de cuestionar su origen.
Vestirse es afinar el deseo: una reseña de La moda justa de Marta D. Riezu
por: Andrea Rojas Vásquez
INFANCIAS